No es que nos encante tener que clasificar a las personas en función de su clase social, pero en nuestro trabajo hay que hacerlo. Y ya que lo hacemos, lo queremos hacer bien.
Pues bien, resulta que desde 1988 se venía utilizando el mismo modelo de cálculo, basado en el cruce de dos variables, referidas a la persona que aportaba los mayores ingresos al hogar. Estas variables eran el nivel de estudios y la profesión.
¿Qué ha pasado? Más bien tendríamos que decir qué no ha pasado en estos últimos 30 años: el paulatino crecimiento del nivel educativo de la población, los nuevos modelos de hogar, el retraso en la edad de emancipación, el terrible incremento de la tasa de paro en los últimos años…
De esta manera ANEIMO (Asociación Nacional de Empresas de Investigación de Mercados y Opinión Pública) y AIMC (Asociación para la Investigación de Medios y Comunicación) se han puesto las pilas para hallar un consenso en la construcción de nueva fórmula para calcular la clase social.
Sin detenernos en muchos tecnicismos, la nueva fórmula contempla las siguientes variables:
- Nivel de estudios y profesión del cabeza de familia (con rangos actualizados)
- La actividad del sustentador principal (si trabaja, si está jubilado, si está parado o inactivo)
- El tamaño del hogar y el número de individuos con ingresos en el hogar
De esta forma se estima y clasifica a los hogares por nivel de ingresos y, por tanto, por sus estilos de consumo diferentes, ni mejores ni peores, pero diferentes. Resumiendo, una clasificación más real que la anterior y acorde con los cambios sociales de los últimos años.
¡A nosotros nos ha convencido así que lo probaremos!